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igualmente determinó que las rentas de los solares y cooperaciones de la gente se depositaran con
un comerciante español abonanzado. En cuanto a los opositores si se negaban se les aplicaría un mes
de cárcel y seis pesos de multa, y pidieron a Basilio, Juan y sus socios que levantaran el muro de
calicanto que habían destruido, y que no se entrometieran en la construcción y entregaran a los nuevos
encargados el material que tenían, también que entregaran la escritura que tenía en su poder Mariano
Joseph, nieto de Blas Miguel, para que hicieran una arca o caja para depositarla, y que se buscara un
lugar donde permaneciera en resguardo, porque además se comprobó que estos individuos no
cooperaban con nada para la construcción.

   Con estos acuerdos no terminaron las demandas, pues Felipe Pascual, hijo de Blas Miguel, junto
con sus compañeros Ventura Valdez, Santos, conocido como el músico, Valentín Lorenzo y Manuel
Felipe De La Cruz, todos indios vecinos de La Palma, pusieron una queja contra el Mayordomo o
Capitán de la Santa Cruz, Phelipe José Zamudio conocido como “el mexicano”, y los hermanos Julián
Antonio y Francisco, también vecinos de La Palma. Los demandantes dijeron ser descendientes de
Blas Miguel y Francisco Xavier los que “compraron el terreno”, y que según ellos sus abuelos
“donaron” los solares, y decían que sus antepasados señalaron el lugar donde se había de poner la
capilla, la plaza y todas las viviendas, y en la repartición dejaron un callejón lindando con el Barrio
de San Agustín y alegaban que el callejón se hallaba invadido, lo mismo el pedazo de solar ubicado
en la entrada de la Plaza de la Palma, que fue planeado para que fuera lo suficientemente amplio para
la entrada de los coches (carretas), los de a caballo y los de a pie que acuden a la fiesta que se hace a
la Santa Cruz de la Palma.

   También acusaban a Felipe Zamudio Alvarado, “el mexicano”, de que no tenía derecho a opinar,
ni ser el mayordomo de La Santa Cruz, porque era un advenedizo que llegó de un pueblo de los
contornos de México, pero él demostró que su padre de nombre Juan Manuel Zamudio fue el que
vino de ese lugar y se casó con Michaela Francisca Alvarado, vecina de la hacienda del Molino;
también comprobó que su padre contribuyó con 65 pesos para la compra y construcción, y se aclaró
que Felipe no nació en México sino en la hacienda del Molino, y por lo mismo tenía los mismos
derechos que los demás. En la demanda que presentaran Felipe Pasqual y sus consortes contra Felipe
Zamudio, éste convino en quitar la cerca y respetar en todo lo dispuesto por sus antecesores, sin
cambiar ni pervertir en cosa alguna la paz y tranquilidad en la comunidad.

   Lo que si queda claro es que la capilla de La Palma la fincaron en el año de 1797, bajo la dirección
del Subdelegado de Celaya don Marcos José Vallejo, determinando éste las medidas que habría de
tener que no fueron las propuestas por los fundadores ni por los dos grupos, pues se acordó que se
hiciera más amplia [2].

   En la actualidad el templo de La Palma se encuentra en buen estado de conservación.
Compartiendo espacio con el atrio se encuentra la escuela, que cuya construcción fuera promovida
por el señor Juan Alvarado, y según la tradición y pláticas de los antiguos, se dice que en ese lugar
estuvo plantada la gran palmera de la que tomó el nombre el barrio.

FUENTES:

[1] Fondo Chamacuero, Biblioteca Luis González y González, Colegio de Michoacán, C 6. Libro 1, Doc. 26,
Fs. 357-358.
[2] Fondo Chamacuero, Biblioteca Luis González y González, Colegio de Michoacán, C 6. Libro 2, Doc. 2, Fs.
367-368.
Información de vecinos del barrio de san Agustín y la Palma.

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