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terreno mencionado limitaba al poniente con el poblado de San Agustín, y al sur con las tierras anexas

de la hacienda de Melgar, aunque esa propiedad estaba deslindada de los terrenos principales de la

hacienda, contando con sus entradas, salidas y abrevaderos.

Al principio se pensó construir la capilla de calicanto de 18 varas de largo y 8 de ancho para lo

cual empezaron a fincar la parte del frente con ese material, pero por ser demasiado costoso y por

desacuerdos que tuvieron entre ellos no la pudieron terminar, pero más que nada no la terminaron por

los abusos de los dos individuos que fueron a San Miguel a efectuar la compra, ya que Blas Miguel

aunque en realidad no cooperó, se adueñó de dos solares que ya vendieron sus descendientes, y otro

solar que le habían asignado a la Santa Cruz, lo quitó indebidamente Felipe Pascual, hijo de Blas
Miguel. Por otro lado, Francisco Xavier “el escribano” que sólo había cooperado con tres pesos y

que se quedó con parte de lo sobrante, se tomó un solar para él y le dio otros a sus cuatro hermanos

no habiendo contribuido éstos con nada para la compra.

Después de varios años, los indios Basilio y Juan, hijos de Blas Miguel y Francisco Xavier, en

compañía de cinco socios pretendieron continuar la construcción de la capilla pero de diferente modo

que lo planeado, pues pensaron hacerla de adobe y más corta y angosta haciendo los cimientos de

piedra y lodo, sin tomar en cuenta que ese material no era el indicado por el agua que pasa y que

además quedaría muy chica y no tendría el cupo suficiente, pero era tanta la necedad de estos

individuos que tumbaron la pared del frente que ya estaba construida de calicanto, argumentando que

como la habían construido sus padres eran los únicos que podían decidir. Pero la mayoría de las

personas no estuvieron de acuerdo, y decían que no tenían razón puesto que sus padres Blas Miguel

                                                  y Francisco Xavier no pusieron otra cosa en la compra que

                                                  se hizo, sino únicamente el viaje que hicieron a San

                                                  Miguel para realizarla y como ellos eran los encargados

                                                  pusieron la escritura a su nombre, sin embargo, estos dos

                                                  individuos no pudieron desmentir que los que entonces

                                                  habitaban ese barrio fueron los que habían cooperado con

                                                  sus limosnas para adquirirla. Por algún tiempo

                                                  continuaron las demandas de parte de dos grupos ante las

                                                  autoridades tanto civiles como eclesiásticas siendo

                                                  necesario acudir hasta la ciudad de Valladolid, (hoy

                                                  Morelia), porque sus pleitos ocasionaron un intrincado

                                                  litigio que al fin se resolvió después de más de 30 años en

                                                  que el Subdelegado de Chamacuero, Don Mariano

                                                  Camargo determinó que la capilla se fabricara del mismo

                                                  modo y medidas, y del material con que habían pensado

                                                  construirla los antepasados fundadores de la hermandad

Interior de uno de los calvaritos que se          para que así se cumpliera la voluntad de aquellos como
encuentran en el atrio de la capilla de la Santa  debiera ser, porque daría cabida a los habitantes del
Cruz de La Palma.                                 barrio, además de que así no sería necesario estar
Foto: Carlos Fco. Rojas Gómez.                    reparando continuamente la capilla.

Finalmente en el año de 1797 y después de 34 años, las autoridades no quisieron saber más de

demandas y propusieron que el Subdelegado de Celaya don Marcos José Vallejo, que en ese tiempo

estaba viviendo en Chamacuero, se hiciera cargo del asunto y dirigiera la construcción señalando las

medidas que había de tener, y nombrando a dos personas honorables para recoger las limosnas, e

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