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vital importancia para la elaboración de las telas ya que se requería cierto grado de humedad para
que no se rompieran los hilos, y era producido por una caldera que utilizaba chapopote como
combustible. El agua para el servicio la sacaban de la noria que se encuentra a un lado del que fuera
el Camino Real, y que estuvo en función hasta el año de 1895 en que fue abandonada, y existe la
leyenda de que el año de 1918 en que hubo la epidemia de la peste o gripa que ocasionara muchas
muertes, arrojaban cadáveres en esa noria, y es por eso que dicen que espantan las animas de esas
gentes, también obtenían agua del río que llegaba a la hacienda por medio de una acequia que salía
del lomo de toro o derivador que existe río arriba, y actualmente se conoce como la presa de Soria.
Existen referencias de que la primera noria que hubo data del año 1632, y servía para alimentar de
agua a la casa grande de la hacienda, y extraían el agua por medio de un mecanismo movido por el
viento que hacia girar las aspas.

La hacienda del Molino, al igual que los castillos medievales, tenía un canal que la circundaba, y
sobre el canal un puente levadizo que por las noches levantaban y se cortaba la comunicación.

Don Eusebio y doña Emeteria, fueron como ya lo dije, inmensamente ricos, y son recordados
porque en Salamanca y Celaya fundaron escuelas y casas de beneficencia, además de que rescataron
por fuertes sumas de dinero unos templos de Celaya que estaban en poder de los protestantes
estadounidenses, finalmente murieron ambos en la Ciudad de México en 1893. El testamento de don
Eusebio se abrió el 16 de agosto de 1895 ante el escribano público José Reynoso en donde le hereda
a su sobrino que era como su hijo adoptivo, Eusebio González Martínez, el 40% del total de todos
sus bienes, entre ellos la negociación Fabril de Soria, y lo restante un 10 % a su hermano Agustín
González y otro 10% a cada uno de otros sobrinos. Este segundo Eusebio, inmediatamente intensificó
el trabajo y la producción de los telares modernizándolos con maquinaria, haciendo nuevas
construcciones pues antes no existían las casas de los técnicos, ni la botica, ni la barda poniente, y
quedaba al descubierto el molino. Aunque parece que al joven Eusebio desde el principio, lo persiguió
la mala suerte, pues apenas tenía tres años trabajando la hacienda, cuando en 1896, se quemó el trigo
en espiga que tenían en la era preparado para trillarlo. Luego en 1904, en la noche del viernes de
Dolores se quemaron los telares de mano. [16]

El poblado de Soria se ha caracterizado siempre por su acendrado catolicismo pues desde antiguo
contaba con un sacerdote que lo atendía, ya que era capellanía, y existe un documento del año 1905
que fue enviado por la Secretaría del Arzobispado de Morelia al Párroco de Chamacuero para que lo
hiciera llegar al Capellán de Soria que dice lo siguiente: “Con esta fecha ha dispuesto S. S. Illma. Que
se le manifieste al Señor Capellán de los Molinos de Soria que para lo sucesivo atienda a los enfermos
de los ranchos de Guadalupe, Sorita y González.
Lo que comunico a V. para su conocimiento, y en debida contestación, Dios lo guarde muchos años.
Morelia, octubre 3 del 1905. Francisco Jáuregui, secretario (rubrica) Señor Cura de Chamacuero José
Ma. Lemus (rubrica)”. También existen referencias de que en 1908 se celebró ahí una solemne
procesión religiosa, con la participación de gentes de distintos pueblos y comunidades. Aquí
transcribo textualmente el documento:

En toda la procesión se guardó el mayor orden y completa compostura [sic] a pesar de la afluencia de
la concurrencia de las poblaciones y haciendas inmediatas.
Veíanse [sic] personas de Celaya, Acámbaro, Salvatierra, Chamacuero, San Juan de la Vega, Neutla,
y de todas las rancherías inmediatas.
Gratos recuerdos nos ha dejado a los hijos de Soria esta solemnidad. No concluiremos sin dar un voto
de gracias á [sic] las personas que mayor participación han tomado en organizarla; al señor Cura y

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