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José Ignacio Basurto, educación y literatura en el
Chamacuero novohispano
Ana Lilia Olalde López
El padre José Ignacio Basurto es un personaje muy importante en la literatura infantil, la imprenta y
la educación, al ser el autor del primer libro recreativo para niños, escrito en la Nueva España [1].
El título mismo presenta la filosofía del educador: Fábulas morales que para la provechosa
recreación de los niños... Su objetivo era divertir y no tanto el aprovechamiento [2].
Sobre la obra diremos que:
Lo componen 24 fábulas, de fácil y agradable
lectura, con alto valor histórico porque registra
animales, insectos, flora y personajes del campo
novohispano [3]. Introduce datos y
observaciones detalladas de la región. Emplea
un ingenioso recurso literario para presentar la
moraleja al final de cada poema. Todas sus
fábulas son composiciones originales, no
incluyó ninguna traducción o redacción nueva de
fábulas anteriormente escritas, como lo hicieron
otros fabulistas [4].
Basurto tenía la convicción de que la
enseñanza y la práctica de la lectura, debieran ser
agradables y de que la instrucción escolar
pudiera incluir lecturas recreativas. Estas
innovaciones no fueron introducidas en la
educación formal hasta décadas después. Fue
precursor de un cambio en la actitud de los
adultos hacia los jóvenes: éstos merecían ser
escuchados y que podían divertirse al tiempo
mismo que aprendían [5].
Puede considerarse un puntal en la literatura
infantil en México. Por el momento no se conoce
alguna obra anterior, de su tipo, y más antigua,
escrita por un mexicano.
Los españoles siempre cuidaron el manejo de
los libros y de la imprenta, ambos se controlaron
con estrictas recomendaciones. Para que Primera página del libro Fábulas Morales.
Fábulas morales fuera impresa y pudiera
circular, se necesitó la aprobación del Estado y la Iglesia (Santo Oficio) [6].
Fábulas morales se publicó en la Ciudad de México en 1802.
Ignorado por los literatos y los historiadores durante el siglo XIX, apenas se le mencionó en una
antología en el año de 1910 por Luis G. Urbina, Pedro Henríquez Ureña y Nicolás Rangel.
Éste libro es una joya que junto con su autor, deben ser motivo de gran orgullo para los
comonforenses. Si bien José Ignacio Basurto era salvaterrense, una buena parte de su vida transcurrió
en las tierras del entonces Chamacuero.
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